Fuenlabrada, 6 de febrero de 2011. Son ya muchos los pueblo árabes que desde hace años se ven inmersos en dictaduras manejadas por dirigentes que se empeñan en encauzar el devenir de su país a cualquier precio. El precio a pagar es la libertad de la población que no conoce aquello que va más allá de las fronteras de su país. El ansia de poder y de dinero hace que todos estos dictadores se nieguen a dejar su situación privilegiada.
Todo esto empieza a cambiar, los pueblos árabes comienzan a dar muestras de sus ganas de vivir sin que nadie les censure su principal derecho como personas: la libertad. Tuvo que ser la figura de un mártir, un joven tunecino que decidió quemarse a lo bonzo en Marsella, la que hiciese que la multitud reaccionara. Esto hizo que los pueblos árabes se dieran cuenta de la situación que tenían ante sus ojos y que podían y debían levantarse en contra del poder que les había estado lapidando durante años, en el caso de Túnez 23 años. El norte de África reclamaba la mejora de sus condiciones de vida y como Túnez, otros países como Egipto, Yemen o Jordania viven hoy en día esa misma situación.
Ahora es el momento del cambio, es el momento en el que el pueblo tiene que levantarse y luchar, siempre de manera pacífica, por aquello que busca. Ahora es el momento en el que las potencias mundiales deben hablar y exigir cambios. Son ellas, las que en beneficio de la democracia, tienen que respaldar a aquellos que busquen lo que ellos defienden. Son las bases democráticas las que tienen que ir de la mano del pueblo.
Borja Ordóñez de la Llave.
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