Fuenlabrada, 13 de febrero de 2011. Las victimas del terrorismo lo tienen claro. La creación del “nuevo” partido abertzale es tan solo una simple copia de lo que ha sido Batasuna. El intento de alejarse de su relación con ETA no termina de convencer a aquellos que en algún momento sufrieron el machaque de la banda terrorista El no posicionamiento de Sortu reviva viejas heridas que vuelven a abrirse tras años de sufrimiento provocado por la perdida de familiares asesinados en actos terroristas de la banda.
Palabras vacías de contenido es aquello que ofrecen. A pesar de asegurar que castigarán la violencia de los terroristas, en las declaraciones de sus representantes no se aprecia ni un ápice de intento de acabar con ETA. Este es el principal objetivo que debería buscar un partido que aspira a representar a Ayuntamientos de un pueblo vasco que ansía acabar con el miedo reinante en las calles. La posibilidad de volver a ver a Batasuna controlando el poder político y el fondo público no es la mejor manera de terminar con ese miedo.
Es, sobre todo, la obligación moral de no dar confianza a aquellos que siempre han apoyado la causa de ETA. En sus más de cuatro décadas de existencia, dicha causa se ha llevado consigo 880 víctimas. Casi 900 familias son las que hoy dicen “no” al partido que dirige Rufino Etxeberria y seguramente tengan razones más que suficientes para ello. El agua con el que pretenden lavarse la cara, no es clara, sino que está sucia, huele rara y, además, lleva años encerrada en el mismo recipiente.
Borja Ordóñez de la Llave.
Borja Ordóñez de la Llave.
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