Fuenlabrada a 23 de enero de 2011. Fueron muchas las teorías y preocupaciones que marcaron el accidente aéreo de la pedanía de Palomares en el año 1966. Era tal dicha preocupación que el ministro de información y turismo de la época, Manuel Fraga Iribarne, decidió, en un ataque de populismo, bañarse en aguas almerienses para dar tranquilidad a los habitantes de la zona. Pese a sus “esfuerzos”, las incógnitas de los vecinos no fueron resueltas y 20 años después, siguen sin estarlo.
La búsqueda de respuestas refleja la intranquilidad que se vive en la zona debido a que, como muchos vecinos afirman, no se ha hecho un análisis exhaustivo para asegurar que los restos de plutonio forman parte del pasado. Ni el baño de Fraga en su momento, ni las declaraciones del alcalde actual de Cuevas de Almanzora, Jesús Caicedo, en las que afirma que todo está bien, han mermado las preocupaciones; más aún, cuando al otro lado del charco a todos los americanos que se vieron afectados por el accidente en Almería se les realizó un análisis que verificaba si en su cuerpo había restos de plutonio.
Es por todo esto por lo que el descontento en la zona va in crescendo con el paso de los años. ¿Cómo es posible que de un mismo acontecimiento se dé un tratamiento tan diferente? El paso de fronteras es, además, un cambio de perspectiva que, a fin de cuentas, tiene un mismo perjudicado. Estos años solo han servido para cambiar el discurso. Se ha pasado de un show playero que intentaba atraer todos los focos para demostrar las agallas del régimen dictatorial, a un silencio que los vecinos obtienen como respuesta a sus preocupaciones, respuestas que, de momento, van con retraso.
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